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Ante el Primero de Mayo, innovacin, empleo y sindicalismo
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El autor alerta de que estamos en un punto de inflexin que debe ser tenido muy en cuenta para el devenir de los sindicatos en nuestro pas.
La disrupcin tecnolgica ya est aqu y ni nuestro modelo de mercado de trabajo ni la accin sindical lo estn acompaando. El mercado de trabajo en Espaa, desde las reformas iniciadas en 2010 y ms especialmente en las ltimas de la anterior legislatura, ha mejorado notablemente con importantes reducciones de paro e incrementos de cotizantes a la Seguridad Social, pero nuestro modelo de estructuras laborales presenta muchas disfunciones y, lo que es ms importante, no se est adaptando las innovaciones tecnolgicas con gran impacto en todos los mbitos y cuyo crecimiento est siendo desaforado.
Este modelo problemtico tiene su origen mucho antes de la crisis econmica, pero evidentemente sta lo ha rematado. Y estamos pensando en mejorar la regulacin sobre bases que no van a ser adaptadas al tsunami tecnolgico que se nos viene encima. Miramos al pasado, pero no al futuro. Tratamos de reformar el pasado, pero convendra reinventar el presente. Al desempleo estructural al que venimos acostumbrados en Espaa, habr que sumarle en un breve plazo el desempleo tecnolgico masivo (Keynes). Ello har que cada vez tengamos una mayor polarizacin con mayores avances de ocupaciones de alto valor cognitivo (y de salarios altos), con otro de fuerte retroceso en aqullas actividades ms rutinarias (y, por tanto, de bajos salarios y baja cualificacin) de la que slo se podr excluir el empleo con cuidado de personas. Es un proceso inexorable que producir una asimetra entre la destruccin de empleo y los nuevos empleos generados.
Frente a ello caben tres posturas: la resignacin (una especie de laissez faire, laissez passer); las reformas parciales de una ley obsoleta con visin cortoplacista (una proteccin social reparadora); y, finalmente, una transformacin integral del modelo hacia uno decididamente innovador y de futuro. Dosis de las tres posiciones son necesarias, pero en pura lgica conviene apostar por la transformacin. El que la economa y el mercado se vayan autorregulando siempre es positivo y genera oportunidades. No hay ms que ver los ejemplos de las plataformas colaborativas o gig economy que han surgido precisamente bajo esas premisas y que est creando empleo (de otra naturaleza, pero empleo masivo a la postre). La proteccin de personas expulsadas del mercado laboral o con recursos insuficientes tambin debe ser prioritaria en un estado del bienestar europeo en el que estamos enmarcados y con los efectos sufridos por una crisis econmica devastadora. Pero es, en definitiva, una transformacin de modelo basada en una proteccin social incentivadora del empleo (el mejor paracadas social) el que puede hacer progresar a Espaa, adoptar la nueva realidad tecnolgica y conseguir siendo un pas a la cabeza en nuestro entorno europeo.
Para conseguir esto y alcanzar las respuestas, en primer lugar hay que ser conscientes que es una tarea de toda la sociedad, un inters comn, correspondiendo obligaciones y responsabilidades a los individuos, a los agentes sociales, a las empresas y al Gobierno. Concienciados todos, ser el momento de hacer Reformas referidas a polticas de empleo y regulacin laboral. Pero ms importante que todo ello un gran pacto de Estado que apueste, por orden de importancia, por: 1. La educacin y cualificacin a todos los niveles con apuesta por las nuevas necesidades, que es lo bsico y primordial para comenzar el camino; 2. El incremento del tamao de la empresa espaola que supone siempre creacin y mayor estabilidad en el empleo; 3. Apostar por una menor rotacin laboral y por una mejor permanencia en el empleo, crculo virtuoso necesario en cualquier mercado de trabajo; 4. Una negociacin colectiva innovadora adaptada a las nuevas necesidades del mercado y de los consumidores; y 5. Nuevas regulaciones que recojan de forma ordenada y con seguridad jurdica las nuevas formas de trabajo que han surgido derivadas de las empresas gig. Cada una de estas medidas requerirn un desarrollo profundo, pero, en definitiva, conviene sentar las bases para un futuro que todos deseamos y nos merecemos, en una globalizacin econmica y laboral tremendamente competitiva.
En esta tesitura, y tal como est configurado nuestro sistema normativo, el sindicato tiene un papel fundamental para construir esa transformacin. En este da, Primero de Mayo, de tanto simbolismo para el sindicalismo en general, se hace necesaria esa reflexin que, en modo positivo, sirva para sentar las bases que hemos sealado anteriormente. De lo que no me cabe ninguna duda es que ya sea abrazando una visin ms optimista o pesimista del devenir sindical, estas organizaciones seguirn existiendo por muchos aos y jugando un papel primordial e institucional en nuestra sociedad (al menos en las economas modernas europeas). Su propia historia (a salvo de momentos negativos que toda organizacin ha tenido, tiene y tendr) avala su legitimidad. La institucionalizacin del conflicto, a travs de los sindicatos, siempre ha conseguido paz social y progreso. Pero no cabe duda de que estamos en un punto de inflexin que debe ser tenido muy en cuenta para lo que sea su devenir en los prximos aos.
A mi modo de ver, la clave del xito pasar por una redefinicin de los intereses protegidos por el sindicato. No slo hay que tratar de los intereses laborales de los trabajadores, sino que hay que mirar ms all. Al igual que cada vez ms no existen compartimentos estancos entre la vida laboral y personal, el sindicato debe tratar de aprovechar esa realidad y anticiparse a las tendencias (no slo reaccionar ante el conflicto), vinculndose con intereses ms sociales. Y digo sociales que no polticos (error maysculo que cuando ocurre pasa factura al sindicato). En la agenda sindical tienen que existir, en positivo, propuestas de cambio en el mbito de la innovacin tecnolgica, conciliacin de la vida laboral y personal, medio ambiente, consumo, etc… Ser al mismo tiempo movimiento laboral (es su esencia), pero tambin social. Por otra parte, abarcar a todo tipo de trabajadores, porque la diversidad actual es mayscula, y no digamos ya el efecto de la globalizacin en empresas y empleados, de la cual el sindicato no puede ser en absoluto ajeno.
Igualmente frente a la negatividad, «gestores del descontento» (Mills), se deben situar en una concepcin ms de cooperacin que de confrontacin en la gestin de ese descontento. Ejemplos notables en Espaa hemos tenido en estos aos de democracia. Su conexin con los trabajadores precisamente pueden ayudar a disminuir el impacto deshumanizador de las nuevas tecnologas en muchos mbitos laborales, apoyando iniciativas creativas desde frmulas de dilogo y negociacin. Y, finalmente, su liderazgo social debera potenciarse con nuevas formas de comunicacin mucho ms efectivas e imaginativas que en el pasado, aprovechando, como muchos otros, las nuevas tecnologas.
En definitiva, tenemos unos retos por delante muy importantes que siendo constructivos se pueden acometer con soluciones positivas para nuestro pas.
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